La pesca de cerco es uno de los principales artes de pesca utilizados en nuestros mares. Este método se lleva a cabo mediante la utilización de una red circular llamada cerco, que rodea a los cardúmenes de peces y los concentra en un solo lugar.
El proceso de pesca de cerco comienza con la localización de los bancos de peces mediante la observación de aves marinas, cambios en la superficie del agua o mediante el uso de tecnología como el sonar. Una vez que se ha localizado el banco de peces, los barcos pesqueros se acercan y despliegan la red de cerco alrededor del cardumen.
La red de cerco es una red circular que se extiende desde la superficie del agua hasta cierta profundidad. Esta red está equipada con flotadores en la parte superior y plomos en la parte inferior para mantenerla en posición vertical. Una vez que la red ha rodeado al cardumen, se cierra en la parte inferior para evitar que los peces escapen.
Una vez que la red está cerrada, se procede a recogerla mediante cabos y poleas. Los peces capturados quedan atrapados en el interior de la red y son izados a bordo del barco. Es importante destacar que la pesca de cerco es selectiva, ya que permite la captura de especies específicas y evita la captura de peces no deseados.
La pesca de cerco es considerada una técnica de pesca sostenible, ya que permite un control más preciso sobre las capturas y reduce el impacto en el medio ambiente marino. Además, al ser un método selectivo, se evita la captura de especies en vías de extinción o de tallas no comerciales.
Es responsabilidad de los minoristas informar a los consumidores sobre el método de pesca utilizado en la captura del pescado que se vende en las pescaderías. A partir del 13 de Diciembre de 2014, este requisito se hizo obligatorio y se debe hacer llegar al consumidor mediante el etiquetado de los productos de la pesca extractiva.